lunes, 9 de marzo de 2015

Uno con Madre para siempre

A menos que seáis totalmente conscientes de que sois una persona divina, cualquier fe que tengáis en Mí, el reconocimiento no será completo, porque quién me está reconociendo es una persona ciega. Si una persona ciega me reconoce, no tendrá esa respuesta del corazón. Primero tenéis que reconocer que vosotros sois una persona divina  para que tengáis fe en vosotros mismos.
Sahasrara Puja  5 Mayo 1991

Aquella mañana el sahaja yogui se levantó como todas las mañanas dispuesto a hacer su meditación. Se sentó frente a la fotografía de Shri Mataji y saludándola con gesto devoto rezó sinceramente. Madre por favor ven a mi corazón. Permíteme sentir tu amor en mi corazón. Por favor, ven a mi cabeza y permite que tu amor sea la luz de mi mente. Por favor ven a mi atención y permite que mi atención repose en tí para siempre. 

Mas aun siendo la oración sincera, la respuesta en el interior del yogui apenas alcanzo para establecerle en el estado de conciencia sin pensamientos. Después de algunos minutos se auto descubrió pensando como siempre en sus quehaceres mundanos. Volvió entonces a alzar su rezo hacia su Madre amada. Por favor Madre permíteme establecerme en el estado de paz y gozo. Permite que el equilibrio se establezca en mi interior.

Pero de nuevo la respuesta en su interior fue tan solo momentánea  y casi imperceptible. 

En otro lugar no lejos de allí, otro yogui se levantó también para su meditación. Cuando encendió la vela ante la foto de Madre la contemplo en el interior de su corazón y en la sonrisa que alumbro sus labios. Mientras hacía el aarti con una varita de incienso, la experimento vibrando en cada célula de su cuerpo. Cuando se sentó ante la foto de su Madre era plenamente consciente de que en su interior solo había Madre. Su cuerpo era Madre, sus emociones eran Madre, sus chakras y nadis eran Madre, su conciencia era Madre.  ¿Necesitaba pedir acaso algo? ¿Que pedir y a quién hacerlo? ¿Pediría Madre algo para sí misma? No, tan  solo contemplar la grandeza de Madre en el interior humano llena de un gozo superlativo y permanente. ¿Y por qué no creer lo que en realidad es y siempre ha sido?  ¿Por qué no practicar la fe en vez de auto limitarnos? ¿Por qué no asumir nuestro papel como sahaja yoguis? ¿Por qué no contemplar a Madre dentro? 


Ella es sin forma, sin limitaciones, todo en todo. Lo uno y lo otro Ella es. Ella es tú, yo y todos. ¿Estamos preparados para descubrirnos como Madre? Solo descubriéndonos como Madre podremos reconocerla en todos. Solo reconociéndola en todos su amor fluirá como un torrente ilimitado y todopoderoso. Solo así su poder se manifestará en nuestro interior y alcanzaremos la maestría de nosotros mismos y del mundo. 

domingo, 8 de marzo de 2015

La impaciente ansiedad del buscador de la verdad

Una luminosa mañana de primavera, bajo la cálida caricia del sol sobre su rostro, un discípulo se acercó a su maestro con gesto insatisfecho y anhelante. Maestro, ¿cómo puedo alcanzar lo que tanto anhelo? ¿Qué puedo hacer para conseguir la iluminación? Siento que el proceso es muy lento y no veo la meta cercana. Más yo quiero alcanzarlo en esta vida. No quiero seguir sufriendo. ¿Hay algún modo de acelerar el proceso?

Una suave sonrisa ilumino el rostro del Maestro. De sus ojos emanaba un amor maternal que penetraba hasta  las profundidades del corazón del discípulo. 

Entonces el Maestro contesto con voz suave pero rotunda. Observa todo lo que te rodea. ¿Acaso puedes ver el movimiento en el florecimiento de esa flor? ¿Más no sabes ya más allá de toda duda que esa flor está floreciendo? ¿Puedes acelerar su proceso espontáneo y natural de florecimiento?
Por el contrario si basado en tu impaciente ansiedad de acelerar el proceso te aventuras a abrir sus pétalos a la fuerza, lo más probable es que dañes a la flor e impidas su florecimiento.

Tú no eres más que otra flor y sin duda cada día te  mueves hacia tu meta. Solo la fuerza vital que guía y dirige cada proceso viviente en el universo hace el movimiento posible. Comprender esto y dejarse llevar  por ella con confianza es el conocimiento que elimina el sufrimiento. Ese conocimiento se llama entonces fe, y esa fe manifiesta lo que en realidad ya es y siempre ha sido. 

Entonces el discípulo, aún con su rostro tenso e impaciente volvió a insistir al Maestro. Pero yo quiero alcanzarlo en esta vida. No quiero seguir sufriendo.

La sonrisa del Maestro seguía imperturbable derramando bendiciones sobre el discípulo mientras contestaba con la firmeza de una montaña: ¿Quién dices que quiere alcanzarlo en esta vida? ¿Quién es ese yo que no quiere seguir sufriendo? Mira en tu interior y descubre que ese yo en realidad no existe.  ¿Por qué eliges seguir engañándote a ti mismo? ¿Cómo puedes dejarte fluir en la corriente evolutiva construyendo barreras artificiales e ilusorias? 

Ese yo que tanto desea la iluminación no es más que ego. El ego no moviliza la energía viviente. Mientras no abandones de una vez por todas ese deseo egoísta no podrás fluir en la corriente viva que te llevará a tu meta soñada.

La fuera vital solo se moviliza a través de su reflejo en tu interior, el deseo puro. Más el deseo puro es uno con el conocimiento de que todo está guiado por la energía Divina. Entonces la fe  iluminada sirve de catalizador para que de una vez por todas te establezcas en lo que siempre has sido, océano infinito de paz, amor y gozo. Uno con la fuerza vital para siempre. Uno con el Amor Divino que palpita en cada átomo de existencia.

¿No te parece lógico pensar que ansiar impacientemente algo te producirá sufrimiento? ¿Y no te parece igualmente lógico pensar que confiar con fe iluminada que todo será realizado del modo más perfecto posible te producirá satisfacción y gozo?


Abandona de una vez por todas el deseo egoísta y déjate llevar por el deseo puro lleno de fe. Haz introspección y observa cuanto deseo puro vibra en tu interior. Obsérvalo y aliméntalo con tu atención. De ese modo se avivará el fuego que consumirá todo lo artificial e ilusorio.